La persona del artista

Enrique

El encuentro de Ojembarrena con la Pintura se produce en París a los 19 años. Al contemplar la obra de Van Gogh, Gauguin, Cézanne, Monet, Bonnard, Picasso y otros maestros, experimenta una alegría y una educación que le durará el resto de su vida.

Da sus primeros pasos como pintor cuando enseña Literatura Contemporánea en Norwich University, Vermont, de la mano de la pintora norteamericana B.A. King.

Cuando se traslada a California para dar clases en State University of California en San Bernardino, asiste durante dos años regularmente a las clases de Dibujo y Pintura de la Escuela de Bellas Artes y participa con un cuadro abstracto en la exhibición de la Escuela de 1982.

Después de su regreso a España para dar clases en la Universidad del País Vasco, comienza un aprendizaje con el pintor Agustín Reche Mora, profesor de la Escuela de Bellas Artes, que durará hasta el presente. A través de los años, Reche le conduce cuadro a cuadro a lo largo del camino de la práctica, la teoría y la historia de la Pintura.

Ojembarrena ha realizado tres exposiciones individuales:

  • En 2016, en la Galería del Colegio de Abogados de Bizkaia.
  • En 2017, en la Galería del Ayuntamiento de Garai, Bizkaia.
  • En 2018, en la Galería de la Asociación de Artistas del Duranguesado.

Visión artística

La concepción que tiene Ojembarrena de la Pintura se identifica con las palabras de Cézanne siguientes:

Debemos proponernos -cualquiera que sea nuestro temperamento o forma de poder ante la naturaleza- ofrecer la imagen de lo que vemos, olvidándonos de todo lo que aparece ante nuestros ojos. Esto, creo, debe permitir al artista dar toda su personalidad, ya sea grande o pequeña.

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Tratad la naturaleza por medio del cilindro, la esfera, el cono, y poned todo en perspectiva, de modo que los lados de un objeto o de un plano estén dirigidos a un punto central. Las líneas paralelas al horizonte expresan amplitud, ya sea de una parte de la naturaleza o, si se prefiere, del espectáculo que el Omnipotens Aeterne Deus despliega ante nuestros ojos. Las líneas perpendiculares al horizonte expresan profundidad. Ahora bien, para nosotros los seres humanos, la naturaleza es más profundidad que superficie, de aquí la necesidad de introducir en nuestras luces vibrantes, representadas por los rojos y amarillos, la cantidad de azul necesaria para que el aire sea palpable.

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Con un temperamento pequeño uno puede llegar a ser un pintor bastante bueno. Uno puede hacer cosas bastante buenas sin ser un gran armonista o colorista. Sólo es necesario sentir el arte, un sentimiento éste que, sin duda, horroriza al burgués.



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